Qué poca grandeza eso de hacerse fuerte en la debilidad ajena.
Qué falta de sensibilidad, de tacto, de corazón.
Cuán fáciles se tornan las amenazas en medio de lo volátil.
Qué tristeza que el frío arrecie en el final.
No necesito a Serrat, mucho menos cuando está mal entendido.
Nada está manchado.
Te llevaré conmigo hasta el segundo antes de dejarte ir.
Aquí te espero...
Te llevaré conmigo hasta el segundo antes de dejarte ir.
Aquí te espero...
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