miércoles, noviembre 18, 2009

Disgresión

Hacía ya bastante tiempo que no me pegaba una vuelta por una de las tantas villas de nuestra querida Capital Federal. Una de las últimas veces que lo hice, y hablo de la Capital, fue allá lejos cuando la 1 11-14 no estaba tan pesada, y de hecho aquella vez dejé algún escrito por acá.
Hoy fue verle la cara a los tipos que venden paco a chicos de 12 años y no poder hacer nada; ver que una mujer muestra las balas perdidas que guarda como souvenir y que cuenta, casi resignada, que una banda nueva de narcos paraguayos tomó el lugar y ataca a las chicas a mordiscones (literal: ¡las muerden como perros!). Es algo bastante aterrador: los chorros con los narcos, los narcos con la poli, la poli con el político, el periodista con los vecinos muertos de miedo.
Nada, me levanté muy temprano y tuve un día complicado. Tuve el impulso de pasearme, máquina de fotos en mano, por una de esas villas invisibles para tantos de nosotros y hasta un pibito de no más de diez años me atacó al grito de “qué sacá foto vó, tomatelá!”; cuando lo volví a mirar me di cuenta de que ese nene estaba muerto, que era un caso perdido y fue triste. (Nota: claro que no en todos lados pude andar con la máquina en mano, seré periodista pero no imbécil y hay que decir -para evitar imitaciones mogólicas- que a ese lugar no se entra solo).
Como sea, alguien -no sé quién- se está llenando de plata con esta gente, con este tremendo genocidio en el más amplio sentido de la palabra y me mata saber que pueden dormir de noche.
Creo que voy a volver a los barrios, a hablar con su gente, a hacerles preguntas, a sacarles fotos. Quizás contarlo sirva, porque pasa el tiempo y siguen invisibles, solos y cada vez más pobres a pesar de las muchas ventajas de estar en una villa de Capital y no en una del Conurbano que, pueden creerme mucho: son terriblemente peores.
Por Dios que la mayoría son gente laburadora, buena y amable. Fue muy triste escucharlos.
El cura de la villa 21-24 está amenazado de muerte por una banda nueva (outsiders con guita), sus seguidores lo apoyan más que nunca y hasta uno de ellos enfatizó: "¿Viste que no es tan terrible como dicen?". Dije que sí, el flaco me había paseado por lo más heavy de "la city 21" y yo no podía decir mucho más...
Después me subí a un bondi atestado de gente, de olores y mis prejuicios me llevaron a revisarme los bolsillos: una de las señoras me había dejado una bala 9 mm de recuerdo. Esa bala no la había disparado un policía, eso también me había dicho.
Nada, eso, me voy a dormir... Supongo que mañana tengo que transformar esto en una nota, ya sin sentimientos, ni nada más que lo que vi, olí y toqué. Aunque dudo que la pueda armar así.
Desde La Nada,
Riggy
Ps. En la City 21-24 no suenan Orianthi o Taly, suenan tiros, cumbias y gritos.
Otro mundo a cuarenta minutos de colectivo. Nunca va a dejar de sorprenderme...

2 comentarios:

Joe dijo...

Hola "Che"

A la Argentina la conozco por las canciones que han llegado a mis oídos, pero eso que cuentas suena a que ya lo hubiera visto yo acá.

Si vale la pena contarlo, decirlo no está mal ni es en vano, alguien puede empezar por cambiar la cinta y así uno a uno quien quita y logramos cambiar este lugar. No decirlo es lo que está mal.

Saludos y gracias por pasar por mi casa

Riggy dijo...

Joe,
Gracias por pasar y sí: lamentablemente no me extraña que lo que cuento ya lo hubieras visto por allá, sea México, Perú, Bolivia, Venezuela, Cuba o cualquier otro punto de nuestra sufrida latinoamérica. Vaya uno a saber por qué, pero las historias se repiten cíclicas, y casi que nos imitamos, y funcionamos en un bloque que suele apuntarle a la mierda más densa. Durante mucho tiempo sostuve que nos manejaron, pero hoy pienso que eso es subestimar a la gente tan valiosa que tienen estas tierras. Como sea, mi ciudad está peligrosa, corrupta y fea. Suelo contar a diario sobre asesinatos, robos, corruptelas y nada, esto es simplemente catársis, quizás sirva, quizás no: a mí me hace bien.
Un fuerte abrazo