martes, julio 14, 2009

Broken

Como antes, como siempre, justo cuando me iba a liquidar y sentarme en una paz duramente conquistada todo vuelve de nuevo, otra vez; como en un ciclo furioso que se retroalimenta; como un mal sueño que jamás termina; como en un eterno caer y me vuelvo a convertir en lo que parece estoy destinado a ser: el rey de La Nada, el rey de la misma e inabordable Nada. Y si me pongo positivo la nada se convierte en todo y tengo la certeza ciega de que esta vez no me equivoqué, que sencillamente no erré, que no tengo nada que reprocharme. Y eso, tengo que decirlo en medio de mi mareo, me reconforta, me da paz, tranquilidad y me deja dormir tranquilo. Y aunque jamás duerma, quizás ya sea hora de que asuma que de eso se trata también mi vida: de no dormir cuando los demás duermen, de ser y crear cuando los demás no son ni crean. Tengo un mareo serio, una confusión profunda, un mal estado general y una racha de mala suerte que me persigue con saña. No mucho más que eso. Pensé que había paz, pero había un temblor que quizás, sólo quizás, yo mismo generé: revolucioné a quien no debí, a quien no estaba preparado, a quien simplemente no se puede revolucionar. Quizás sea mi único error, pero me absuelvo porque sé que cuando pase el temblor va a mirar para atrás y con uno esos sentimientos encontrados entre melancolía, tristeza y profundo arrepentimiento va a pensar que dejó pasar una vía hacia algo mejor. Hacia algo que no se debe dejar pasar. Lo sé porque lo viví, lo sé porque lo sufrí, lo sé porque todavía lo puedo sentir...
Vaya nomás que desde aquí la despedimos, con lágrimas en los ojos y con el corazón limpio y suyo. Siempre.