miércoles, julio 19, 2006

Lady sufre


Lady sufre, calla, miente. Atesora silencios que le explotan dentro. Silencios que se traducen en lágrimas que oculta, que disimula mientras lee sus textos. Lágrimas que no quiere seguir reprimiendo. Lágrimas que no deberían existir, que la marean y la confunden.
Lady sufre y se marchita en su no poder elegir. Se sabe cambiada y se evidencia la estructura que la apresa. Esa cárcel, esa herencia…, esa. Tan propia, tan ajena y tan cruel.
Lady tiene que elegir entre mil voces, miradas y gente. Gente que la quiere tanto pero tanto que ella sólo puede llorar y volver a mentir. Es que esta lady se ahoga ante la mirada impávida de su entorno más íntimo. Entorno que va a volver al ataque de momento a otro.
¿Será tan difícil hacerse camino al andar? Hacerse camino sin presiones y mandatos, sin ilusiones ajenas, sin ser parte de proyectos de otros. ¿Será tanto? ¿Será que ella merece una vida de coherencias y verdades, de sueños llenos de paz, de realidades propias y tangibles?
Es que esta Lady es hermosa, tan dulce, tanto. Quizás fueron esos ojos que claman por serenidad, esos ojos en los que me detuve, esa voz y ese tono al hablar. Esa manera de decir las cosas, de asombrarse y emocionarse al contar. Tan Lady y tanto que decir sin que nadie la escuche, sin que nadie la entienda, sin que nadie le diga nada. O sin que pueda darse cuenta de que son otras las cosas las que quiere escuchar. Sin darse cuenta de que es a ella a quién de verdad tiene que escuchar. A ella obedecer.
Es que primero fue Andrés y no podía ser de otra manera, después desfilaron los grandes de nuestro rock y finalmente la besé. Es que finalmente también yo mentí. Es que no era la música lo que me había tomado por completo, no era el rockito bersuitero lo que me emocionaba. Era esta Lady y su verdad.
Tan propia, tan ajena y tan cruel.

From the blog
Riggy in love

domingo, julio 02, 2006

Dale Caliente

Ea mi jente!
¡Esto e’ Barrio Fino!
Ea! Ea!
La sordidez de un barrio sucio, violento y los hijos de puta.
La inocencia en medio de lo perverso, lo torcido, lo corrupto.
En todas se repite la fotito del niño que las impulsa a la calle, la cruz que manosean en la espera, entre cigarrillo y cigarrillo.
Entre tanto frío, soledad y miedo. A todas las acaricia la maldad.
La minifalda brillante, se reflejan en sus lentejuelas los adoquines inmundos.
Medias apretadas a unas piernas gordas, tan brillantes. Todo tan ajustado…, tanto.
Los muchachos babean sobre la pizza que mastican, los ojos desorbitados, inyectados.
Todos al palo, todos al acecho.
La cumbia murió…, no se escucha nada ahí afuera…
Es Reggaeton desde el auto lo que me deja transitar el barrio lleno de hoteles, pizzerías, putas y oscuridad.
"Mami no me dejes solo, papi no me dejes sola…
Te gusta cuando yo te azoto, papi tú me vuelves loca"
Ea! Mi jente!
Las dominicanas teens y la mirada perdida. Dice la leyenda que esas chicas son de cuidar. Pero es sólo una leyenda. La música acompaña mi tránsito, le da sentido.
Todas armadas del tramontina entre espejitos, pinturitas y chucherías.
Secretos de niñas devenidas hembras de una noche casi enferma.
Y los escenarios se repiten entre estaciones de tren y autitos llenos de polis de civil que miran con esa misma mirada hambrienta. Buscando el garroneo porteño entre las chicas tan latinoamericanas.
Los niñitos de andén, recuperándose del poxi deambulan entre las chuchis, los patrulleros miran casi aburridos a cafiolos de esquina y cara de rufián melancólico.
Ea mi jente!
Esto, clarito clarito…, no es barrio fino
Es sólo parte de mi periferia