martes, marzo 30, 2010

El candelabro de todas nuestras noches


Se mueve y transpira, como nosotros;
se llena de luces y colores,
se completa con los días,
toma forma, arde:
como nosotros.

Es una esfera y está llena de momentos,
de palabras,
de miradas,
de Scarlett,
de mí.

Es el único testigo que tenemos y crece,
como nosotros.

miércoles, marzo 24, 2010

Nils, el ebrio

El miedo es posiblemente el sentimiento que me define, y esta noche en que le temo a una polilla que choca contra las paredes, sigo leyendo a Borges y sigo maravillado. Esta vez dice así:

Dios totalmente se hizo hombre pero hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras, Rurik o Jesús; eligió un infinito destino: fue Judas.

Dice, al final...

Ebrio de insomnio y de vertiginosa dialéctica, Nils Runeberg erró por la calles de Malmö, rogando a voces que le fuera deparada la gracia de compartir con el redentor el Infierno.
Murió de la rotura de un aneurisma, el primero de marzo de 1912. Los heresiólogos tal vez lo recordarán; agregó al concepto del Hijo, que parecía agotado, las complejidades del mal y del infortunio.

Insomne y muerto. Ese anteúltimo párrafo me hizo acordar a José Hernández...

miércoles, marzo 17, 2010

Ireneo, el insomne

El primer y único cuento que leí de Borges tenía ciertas líneas increíbles que nunca olvidé. Hoy, muchos años después, lo acabo de volver a leer y me volvió a parecer increíble que alguien pudiera imaginar algo así, quizás por el vértigo que produce, quizás porque yo apenas me acuerdo lo que me pasó ayer o hace un año, quizás porque la mayor parte de las anécdotas que cuentan mis amigos me son un misterio, y la mayoría de las veces me tienen como protagonista. Estoy terminando el cuarto libro al hilo de Borges. Me copé y está todo muy bien, pero hay párrafos insuperables y entre todo lo que leí hasta ahora este es el mejor:

"Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etc. Podía reconstruir todos los sueños, todos los entresueños. Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: Mis sueños son como 1a vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoría, señor, es como vacíadero de basuras. Una circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con el fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo".

El cuento tiene, además, una frase que me dejó helado ahora que la volví a leer, quizás porque me identifica al punto del miedo. Y dice así:

"Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo"

(Yo le agregaría que dormir es como morir, pero Borges es Borges y el pobre Ireneo, insomne como yo, murió con sólo 21 años)

domingo, marzo 14, 2010

Me emociona...

Me lo perdí, estaba en otro lado, mirando otro canal, en otra parte.
No caía hasta que caí, hasta que vi a dos de los músicos que más admiro juntos.
En mi caso, que fui un absoluto indiferente ante la catástrofe, este recital -este tema-, me emocionó, me hizo pensar y aunque sea casi simólico, me pliego al abrazo a un país al que quizás por pura sobreestima, ignoré en su desgracia.

Esta canción, estos músicos, esta causa. Único.

Gustavo siguió, y como leí en una crónica de estas horas, estuvo "intratable".