viernes, enero 15, 2010

Father, father, father help us

Hay personas que duermen junto a sus muertos, hay diplomáticos, policías y políticos que comparten la plaza principal de Puerto Príncipe, hay también desesperados que saquean, que buscan como sobrevivir a la muerte que acecha en toda la ciudad, y se escuchan tiros, gemidos, estertores, gritos, llantos. Las imágenes son sencillamente increíbles y superan por mucho cualquier cosa que se haya visto en Hollywood, entre otras cosas porque Haiti está muy lejos de cualquier escenario de Hollywood, una industria que jamás tomaría como locación a tan inmunda isla para grabar nada; es que Haiti está muy lejos de nuestras villas miserias, de cualquier favela brasilera, de cualquier asentamiento en el que la miseria reine. Haiti es, desde hace años, el país más pobre de occidente: un pueblo arruinado por la inusitada violencia de los permanentes golpes de estado, por la miseria que esto genera, por la ignorancia crónica y por hambre desesperado; un país pequeño y fundido en lo más bajo, que no podría jamás subsistir sin la ayuda internacional y que ahora se cobra cientos de miles de muertos en un terremoto sin precedentes.

Hoy jueves 14 de enero nuestra imbécil Presidente dijo dos cosas. Una es cierta "la pobreza y la indigencia no definen a Haiti"; la otra es falsa, "El terremoto causó las muertes que causó porque se trata de un país pobre". Esto último es subestimar a la naturaleza, un error doblemente imbécil viniendo de una jefa de Estado que se vanagloriaba de un avión que ni siquiera pudo despegar a tiempo. Ese mismo terremoto hubiera causado la misma cantidad de muertes en el corazón de Buenos Aires y nada se hubiera podido hacer al respecto.

El terremoto de 7 grados es el más devastador del que tenga memoria la isla en los últimos doscientos años, y el más fuerte de la úlitma década en el continente. Un zamba violentísimo que acabó con edificios portentosos y desparramó escombros como hojas al viento de la mayoría de las precarias construcciones de la débil ciudad haitiana.

Los cuerpos, muchos mutilados, la mayoría ya en estado de descomposición se apiñan en las calles, en cada esquina y las personas esquivan lagos de muertos como si fueran charcos, en una frenética búsqueda de su familiar, quizás un hijo, una madre y esposa (los pechos desnudos, el craneo partido, los ojos congelados ante un horror que jamás imaginó) una madre que bien podría ser la mía, la tuya, la de cualquiera.

Tomar real conciencia de lo que está ocurriendo en Haiti es casi imposible desde la comodidad de mi casa, de mi laptop, de mi vida pacífica en Buenos Aires, donde a lo sumo me escandalizo cuando veo como se viste mi Presidente y como viven los chicos a 40 minutos de mi casa. Aún así sé que ellos están en el mejor de los mundos en comparación de un país con una desocupación que supera el 80%, que está asolada por epidemias varias y un sida descontrolado, un país negro de los pocos que quedan en América y que, hasta quizás por negro, le tocó la suerte de sus hermanos africanos, vivir debajo de cualqueir estadística y sin que la ayuda sea suficiente, nunca.

Lo que ocurre en el país más pobre del hemisferio occidental supera por mucho cualquier cosa que haya visto nunca y no puedo imaginar ni por asomo qué haría yo en una situación como esta.

Barack Obama casi vociferó que estos son momentos en que "el mundo pide a gritos el liderazgo norteamericano", pero su ayuda no termina de llegar y el autoproclamado liderazgo estadounidense no reaccionó como esperaríamos nosotros, imbéciles sudacas, de la superpotencia que todos compramos (y hasta quizás la gran potencia mundial tenga algo que ver en el presente de este mísero país).

Para orgullo de Cristina Kirchner, el único hospital en pie es argentino, pero si los muertos -estoy convencido- van a superar por mucho inédita barrera de los 100 mil, realmente cuesta imaginar un sólo hospital -casi de campaña- haciéndose cargo de los cientos de miles de personas heridas, muchas de las cuales van a morir de infecciones, enfermedad y hasta desangrados en alguna esquina mugrienta y devastada de Puerto Príncipe, en estos días la capital de uno de los desastres naturales más impresionantes que se hayan registrado jamás.

Los videos en YouTube dan cuenta de alguna de estas situaciones, no falta el inmoral que musicaliza las imágenes, no falta la cuota de morbo que le ponen los medios a un dolor tan inmenso, pero tan ajeno desde una redacción o un estudio de televisión.

No falta la CNN que en vivo registra la tragedia insospechada de un pueblo arrasado por cuanta tragedia natural o humana hay pisado suelo haitiano, pero que luego, claro, se van a República Dominicana a dormir a a algún asentamiento digno de un periodista del primer mundo.

La gente aún canta, aplaude, se arma de fe y quizás esta destrucción casi absoluto sea la oportunidad detrás de la crisis que esta pequeña isla estaba esperando para finalmente poder resurgir. Confieso que me llenan de dudas estas conjuturas, pero ojalá sea así.

Cuando me enteré de que hubo un terremoto de 7 grados en Haiti, alerté a mi editor, había un cable de la agencia DPA que daba la noticia en tres líneas, aunque sólo había leer un dato: 7 grados en la escala Richter. La respuesta fue contundente: "Cuando haya muertitos la hacemos, sino banquemos un toque". La nota la hice igual, de los muertos nos enteramos al día siguiente (porque nadie, ni yo, se quedó de guardia para contar la tragedia que estaba ocurriendo en la isla).

Mastiqué odio y seguí buscando, y no encontré mucho; aunque ahora imagino que políticos, policías, médicos, fuerzas de seguridad, y toda la población local se encontraba abocada (desesperada, aterrada, frenética) a salvar su vida o a salvar la de las personas que los rodeaban, por que basta ver mínimamente algunas imágenes para darse cuenta del desastre que provocó el sacudón de la madre tierra y de la falta total y previsible de medidas para combatir este tipo de fenómenos, algo que en algún punto se entiende en un país que tiene que buscar cada día algo que darles de comer a sus habitantes. Alejado de sus siembras y de sus pocas riquezas luego de décadas de una corrupción inagotable de grupos terroristas y asesinos a sueldo que tampoco imabinaban que una pieza de concreto le podía aplastar el cráneo y dejarlo veinte metros bajo escombros. Los presos huyeron, las familias se quedaron y Obama también teme un aluvión de haitianos a la Florida. Otro ejemplo de la maravillosa solidaridad yanki.

Escribo movido por la piedad, por el espanto, por el miedo, por la incredulidad.
Escribo conmovido al ver una tragedia que supera en mucho a las víctimas por la de Hiroshima, y que en los próximos días posiblemente la doble en la cantidad de muertos.
Escribo conmovido por ese tendal nunca visto de cadáveres, aterrado por los cientos que todavia están con escombros sobre sus cabezas y rezo a Dios, si es que existe, que haga algo por este pueblo, por estos negros olvidados a su suerte que salvo algún milagro de la política internacional, logren volver a pararse sobre sus dos pies y salir adelante.
Lo grave es que si alguna vez lo hacen, no va a faltar el dictador de turno que va a explotarlos y aniquilarlos otra vez.

Los videos lo dicen todo, las imágenes, no aptas para impresionables, dan una buena radiografía de la situación que vive un país que realmente ya no podrá seguir soportando situaciones como que la que se vivió en estos últimos días.

A ellos, mis haitianos, van mis oraciones, mi colaboracion cualquiera sea, mi conmoverme y escribir estas líneas para ellos, para los que tuvieron la mala lecha de vivir para contarla y para todos nosotros argentos de pacota que hasta nos reimos ante una mujer muerta, en tetas y contorsionada luego de que un edificio tan gigante es le haya caído encima.

Espero de verdad qeu el patético Hércules de conchita Kirchner llegue, también que la ayuda yanki haga pie en Haiti y la ONU, ya con más de treinta víctimas fatales pueda hacer algo por esta gente que duerme junto a sus muertos, que se lame heridas que posiblemente nunca sanen y que se encuentran en la más absoluta indefensión.

Si Obama se autoproclama el líder del continente, bien me gustaría verlo en ese lugar, aunque más no sea un tétrico citytour que le muestre lo que pasa fronteras afuera del Imperio.

Ojalá esto sensibilice corazones y almas corroídas por el afán de seguir acumulando dinero a costa de centenares de familias y generaciones que ya están condenadas al hambre y que, con suerte, podrán superar los 55 años de edad. Es que el hambre, la corrupción oficial y las guerrillas ya se relamen ante una tragedia que, sin dudas, no tiene precedentes en la región.

A ellos mis oraciones y mi trabajo de cada día para que se pueda ayudar a conciencia y sin pensar en réditos políticos a esa mujer que escarba entre los cadáveres en busca de su madre, su padre, su novio, su hijo. Cualquiera puede estar bajo los escombros o apilado en una informe masa de cuerpos hinchados al sol.

Genuinamente no sé qué hacer, creo que no puedo hacer mucho. Pero esta gente, tan gente como nosostros está viviendo el infierno en la tierra y quizás sea ahora, cada quien desde su lugar, por hacer algo por ellos, porque ellos los que viven, están muertos en vida, y son ellos los que van a batir el récord de vicitmas fatales tras una tragedia que a mis 32 años me deja sin palabras, aterrado y sin poder dormir. Qué Dios, si es que existe, nos ayude, porque estamos jodidos, no solo los haitianos, sino todos al ver pasar en un zapping la desgracia que viven otros, porque finalmente estas cosas le pasan a otros que ni siquiera por empatía podemos emparentar a un amigo, un hijo, una madre ya que ellos son negros y pobres, son ignorantes y ya sin dudas, merecen la ayuda, la solidaridad y el respeto como seres humanos que son, así de negro y así de pobres son nuestros hermanos, nuestra gente, nuestra especie. Ojalá los cuidemos y nos cuidemos.
Amén.
Riggy
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6 comentarios:

Joe dijo...

Sin Duda hay que ayudar en la medida de lo posible a este país: Víveres, Medicinas, Enseres domésticos y quizá hasta fuertes dosis de buena vibra. Pero ...

"Si verdaderamente queremos ayudar a este país devastado, debemos cesar los intentos de controlarlo y explotarlo"

http://www.manuchao.net/news/nuestro-papel-en-el-trance-hai/index.php?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter

Dalma Longo dijo...

Chapeau, leí con detenimiento esta crónica de una situación a la que era casi ajena por la alienación del día a día, pude asomarme un poco al horror y las calles de esa isla. Fue inevitable ver los videos de youtube y abrir todos los diarios de modo compulsivo.
No tengo muchas palabras, sólo comparto tu deseo de que "logren volver a pararse sobre sus dos pies y salir adelante".

Saludos,
Dal.-

Riggy dijo...

Después de pasarme el día revolviendo cables y canales y noticias sobre Haiti llegué a mi casa y no podía dormir. Me clave una pasti para dormir y en vez de dormir vomité mi día entero y este texto es el resultado de eso.
Me averguenzan un poco algunas líneas y la cantidad de errores que tiene (cualquier editor me hubiera puteado) pero lo voy a dejar así, porque así salió. Mientras sigo espantado y esperando milagros...
Gracias Joe y Dal por pasar...

Riggy

Victor dijo...

Es un horror ciertamente. Pero si dejamos conmovernos demasiado por los horrores de la tierra vamos a quedar definitivamente en manos de gente que no se conmueve.

Las cosas ocurren, y ocurre lo que ocurre, no lo que debería ocurrir.

Riggy dijo...

En realidad creo que no me conmueve que la tierra se sacuda, me conmueve lo pobre de la gente sobre la que se sacudió...
Haití tiene una linda historia de gente que no se conmueve y creo que están bastante condenados a eso, a cosas que no deberían ocurrir... y no hablo de terremotos...

Riggy dijo...

En realidad creo que no me conmueve que la tierra se sacuda, me conmueve lo pobre de la gente sobre la que se sacudió...
Haití tiene una linda historia de gente que no se conmueve y creo que están bastante condenados a eso, a cosas que no deberían ocurrir... y no hablo de terremotos...